Todo empezó cuando los bloggers se pusieron en venta.
Tras la explosión de la burbuja en los noventa, un orden natural pareció devolver el equilibrio a la Fuerza, un sentido común que puso a cada uno en su "lugar natural": las personas hablaban con personas en los blogs y las empresas hablaban entre ellas en las webs.
Como es lógico, al cabo de poco tiempo, las personas que trabajaban en las empresas también empezaron a tener sus blogs, donde, como personas empleadas, hablaban de su empleo en su espacio personal y privado de personas.
Cuando las empresas comprobaron que las personas leían más y confiaban más en lo que decían otras personas, que en lo que decían las empresas en sus webs, éstas empezaron a pagar a las personas para que escribieran sobre sus marcas en los blogs.
Este punto de inflexión empezó a resquebrajar el idílico orden natural primigenio acaecido tras la explosión de la burbuja... hasta que llegó la Web 2.0.
Durante un tiempo pareció que la Web Social, la Web de las Personas, basada en el poder de los blogs y las comunidades de intereses que establecían alrededor de estos, podía llegar a superar incluso el poder de las corporaciones. Yo mismo escribí hace unos años
un artículo (pagado) que prometía eso...
Como en el cuento de los 3 cerditos, las personas que vieron que sus blogs habían sido comprados y los bloggers eran otra vez empleados, se refugiaron en las plataformas 2.0 para pasarse información privada y fidedigna sobre las marcas, productos y servicios de las empresas, confiando en que éstas no osarían a disfrazarse de personas en las redes sociales y que, si acaso lo hacían, se les vería el plumero tan rápido que nadie podría llevarse a engaño.
Y entonces aparecieron los Community Managers.
Los CM's eran empresas disfrazadas de personas que se colaban en las redes sociales para, de nuevo, hablar de Las Marcas en nombre de Las Personas.
Pero el equilibrio en la fuerza se consigue a base de aguante y resistencia, y las empresas parece que vuelven a perder peso en cuestión de credibilidad y reputación por una simple cuestión de mantenimiento.
Como decía en la
primera parte de este post, las agencias encargan la tarea del mantenimiento Social Media a los becarios o a los copys juniors, entre otras razones porque el esfuerzo se realiza en la estrategia y diseño de la
presencia en redes, no en el
mantenimiento de esa presencia, y el cliente confía en que el chaval de la agencia es la persona más adecuada para perder el tiempo en eso del Facebook.
Ahora que las empresas van disfrazadas de hombre anuncio suplicando Likes entre una descomunal comunidad de gente cabreada que usa las redes para organizarse y protestar contra un sistema corrupto a punto de venirse abajo, las empresas buscan una nueva figura:
el Content Curator.
Parece que este nuevo enviado del Mal, el Capital (parafraseando a la Bruja Avería), será el encargado en este 2012 de dar nuevo impulso al mantenimiento de la presencia corporativa en las redes sociales a base de contenidos más relevantes y mejor organizados...
(continuará?)