09 marzo 2011

Lo absurdo desenfocado

Dedicado a E.V.

Cada vez más, trabajar en y para Internet se parece a vivir algo de La vida de Brian. Hay profetas confundidos, talibanes absurdos y romanos ignorantes de la inminencia de su quiebra empresarial. Como en la película, en el negocio de la publicidad interactiva los cambios se producen rápida e inesperadamente sin que nadie pueda decir a ciencia cierta cómo o por qué ocurre lo que ocurre. Los andamios del márquetin con los que antes se fijaban y calculaban objetivos ya no sujetan, no cierran como antes. Y curiosamente, y como en la película, el edificio se va levantando, a falta de un mejor remedio, sobre miles de interpretaciones multiplicadas en red de profecías a sueldo acerca de lo que está pasando y puede acontecer en las próximas semanas.
Contra más impredecible se vuelve el negocio, más teorías alimenta y peores son sus talibanes.
Afortunadamente, las revelaciones de Brian Solís o Enrique Dans acostumbran a ser material de relleno y sentido común, y al final te lo puedes tomar todo con el mismo absurdo desenfoque con el que los personajes de aquella escena de la peli analizan las palabras de Jesús.
Haciendo del vicio virtud, o de la capa un sayo que para el caso es lo mismo, quizá los más productivo y creativo sea precisamente  dejarse llevar por el desenfoque y el absurdo, hasta convertir esta deriva (¿la transvaluación de Nietsche?) en un fin en sí mismo y enfrentarse a cada nueva campaña interactiva midiéndonos la nariz antes de ir a lapidar al siguiente hereje o cambiar de profeta.